Tecnología, emprendimiento y competitividad tributaria
- T+
- T-
Franco Brzovic
La revolución tecnológica, particularmente digital, hoy en la etapa llamada "el internet de las cosas", que dicho sea de paso abarca a todas las actividades económicas, productivas y de servicios, ha sido producto y resultado del inmenso esfuerzo de los emprendedores. El éxito ha sido posible indudablemente en aquellos países que disponen de políticas públicas que otorgan un ambiente de libertad, solidez y capacidad para acoger sus necesidades y dejarlos crear.
Para los lectores la teoría de Moore, hoy realidad, no debiera ser desconocida y que solo para recordar postula que en los últimos treinta años cada dieciocho meses la tecnología se incrementa al doble manteniendo los costos sin variaciones. Estos desafíos y realidades imponen a las personas y empresas exigencias de todo orden y en particular el conocimiento y la mínima metodología para administrar la gigantesca información disponible, que además es instantánea. Vaya cambio.
Resultado de lo anterior es que tanto los desarrolladores e innovadores de tecnología como quienes se benefician para sus usos empresariales o personales, particularmente emprendedores, crean un círculo virtuoso que permite llevar a los países un mayor bienestar y desarrollo.
Aterrizando en nuestro país en el ámbito tributario el SII ha realizado grandes esfuerzos para mantener una tecnología de punta que sirva, entre otros usos, no sólo para permitir el acceso a todo tipo de información para su gestión y control sino para que los contribuyentes simplifiquen su trabajo impositivo. Enorme tarea para un régimen tributario complejo en que además, y como comentábamos en otras oportunidades, se ha exigido perfección a los contribuyentes en vista de las enormes facultades que la reforma tributaria ha otorgado al Servicio, lo que exige un criterio fiscalizador de excelencia, hecho que hasta ahora lo ha demostrado.
Para nadie es un misterio que esta reforma ha generado incertidumbres, particularmente en la precisión jurídica por el método y redacción con que se ha legislado, pretendiendo resolverse con interpretaciones administrativas, hasta ahora insuficientes, obligando a la autoridad a presentar un nuevo proyecto de ley, que aún no ingresa al Congreso y que se desconoce tu tenor.
Quienes se verán más afectadas son las personas y las Pymes, encontrándose estas últimas en el umbral del millón de empresas. La ley ha reconocido este hecho, la complejidad, extendiendo el ámbito del régimen simplificado denominado 14 ter a un mayor número de empresas cuyo texto final fue producto del Protocolo de Acuerdo parlamentario con participación de expertos de diversos sectores, derogando eso sí otros regímenes para estas entidades. Si bien es un avance, necesario es destacar que la pérdida de sistemas opcionales para tributar perjudica a sectores que particularmente les reconocía sus características naturales y propias.
Este sistema 14 ter es simple. No se exigen una serie de registros contables y las empresas tributarán en función de sus flujos para lo cual los ingresos se contabilizarán en base percibida, y los gastos, cuando efectivamente se hubieran materializado. Se podrán rebajar también aquellos derivados de la depreciación instantánea, entre otros.
En definitiva, a través de este sistema se ha intentado compensar la mayor carga tributaria. Al efecto las tasas de impuestos a la empresa llegarán al 2017 a un 25% o bien 27% según opten por las alternativas que da la ley, renta atribuida o parcialmente integrada, lo que afecta en igual forma a las grandes empresas como a las Pymes.
La pregunta de fondo es entonces si un sistema tributario de esta complejidad con tasas de esa naturaleza ayuda al emprendimiento.
Parece que la respuesta debe ser negativa. Ya el último reporte del ranking internacional de competitividad tributaria preparado por la Tax Foundation, en que considera una parte de la reforma tributaria, califica a Chile entre los peores de la OCDE, considerando más de 40 variables tales como ingresos individuales, impuestos al consumo, etc. Afirma que la mayoría de los miembros de esta entidad elite de países han reducido su tasa de impuesto a las sociedades, salvo tres países, entre ellos Chile. Me imagino que el índice en el futuro nos llevará inexorablemente al último lugar en vista de que la tasa de impuestos en régimen al 2017 superaría el promedio de los otros miembros de la OCDE.
Si bien las autoridades han anunciado que el futuro proyecto de reforma a la reforma tributaria no considerará rebaja de tasas, al parecer y debido a los porfiados hechos, las alzas tributarias van en el camino opuesto a la modernidad, y de no rebajarlas, los mayores afectados serán las PyMES y el emprendimiento que ellas representan.